Soñamos con ser los héroes de una
historia, llegar en un caballo con nuestra espada envainada a un territorio
lleno de injusticias, donde el mal reina y la población sufre a causa de un
tirano que utiliza su poder para someter a todos; queremos luchar contra todos
sus súbditos y luego llegar al castillo para darle fin a este ser malvado y
traer la paz al localidad.
Este deseo se origina gracias a
nuestro principal enemigo, que es el ego. Su definición viene dada al excesivo
valor que nos damos a nosotros mismos, a un autoestima descontrolado que nos
hace creer que somos más importante que todos los demás. Este constante deseo
de querer brillar y actuar como salvadores convierte nuestra vida en un baúl de
decepciones y tristezas, ya que no trabajamos en lo que realmente necesitamos
en la vida, en nosotros mismos.
Antes de librar al mundo de sus
penas, tenemos un largo camino que recorrer, y es el de librarnos a nosotros
mismos de nuestros males; Siddharta Gautama en uno de sus sutras dice “Para
enderezar lo torcido, primero debes hacer algo más difícil: enderézate a ti
mismo”. Mientras no seamos libres de los deseos superficiales, de las
ambiciones que nos alejan de la luz, de los apegos que impiden nuestra evolución,
no podremos ayudar a los otros.
Para empezar, debemos dejar de
ver a los demás, sus virtudes y defectos, sus pros y contras; la vida es muy
corta, y entre más nos enfocamos en los alrededores, más nos alejamos de
nosotros mismos, debemos tomar tiempo para conocernos, saber quiénes somos, cuales
son nuestros talentos, y en que solemos fallar, solo de esa forma, podemos
mejorar, y haciendo una versión más enriquecedora de nuestra persona, es que
podemos lograr un mundo más hermoso.
Debemos entender que no somos
mejores que otros, y no podemos auto llamarnos maestros; el momento de transmitir
un conocimiento solo llegara cuando la persona receptora lo decida, solo existe
un tiempo perfecto en el cual un aprendizaje llega a alguien, y eso será cuando
la misma lo necesite; debemos dejar a un lado las ganas de resplandecer y
adoptar una actitud de observador, solo así podremos aprender lo requerido y a
su vez, estar atentos de cuando alguien nos pide ayuda.
El héroe es una persona admirada
por sus hazañas y virtudes; deseamos tanto los aplausos de los alrededores, que
cuando los obtenemos, sentimos una sensación de vacío muy grande, ya que el único
aplauso que nos dará felicidad y nos hará sentir grandes, es el que nos demos a
nosotros mismos. Por lo cual, en vez de ser el héroe de un grupo de personas,
tenemos que convertirnos en nuestro propio héroe.
La tarea no es fácil, ya que el archirrival
es nuestro ego, y el impedirá que veamos las faltas propias, nos dirá “tú eres
perfecto, tu no necesitas ayuda, eres mejor que cualquiera así que ve hacia
fuera, no hay nada que ver aquí”, bloqueara cualquier entrada hacia nuestro
interior; ahí es cuando comienza la gran lucha que debemos llevar a cabo, la
verdadera aventura.
La meditación es la batalla más difícil
que llevaremos en nuestra vida, no será sencillo, pero cuando logremos vencer
todos los obstáculos que coloca nuestro ego, podremos tener la mayor de las
dichas, dejar de ser esclavos de nuestra mente, y sentir la libertad, lo que
nos convertirá en el Héroe que tanto anhelamos.
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