Imagina un mundo en el cual todo
fuese del mismo color, las casas exactamente iguales, los paisajes repetidos en
cada esquina, los mismos ojos, la misma boca, el mismo cuerpo, la franela de
color azul en cada hombre, y la falda rosa en cada mujer; el mismo camino hacia
el trabajo para cada persona, el nombre igual para todos, exactamente la misma melodía
en el hablar para cada sujeto, y un solo tema de conversación.
Imagina un mundo con un solo tipo
de familia, una misma creencia para una población mundial, la misma oración saliendo
de cada boca a la misma hora, un solo tipo de comida para el desayuno, otro
para el almuerzo y otro para la cena, pero el mismo cada día. Una sonrisa idéntica
en cada cara, un solo gesto para una emoción, un llanto global por la misma
tragedia y una celebración universal por el mismo triunfo.
Un solo prototipo de pareja repitiéndose
cada día, en todas las calles, en todos los rincones, el mismo beso repetido en
cada esquina, el mismo tipo de amor en las revistas, películas, música e
historias; un mismo comienzo y un mismo final, la misma historia feliz sin ningún
obstáculo, ningún cambio, ningún imprevisto; una planificación que se cumple al
pie de la letra en cada vida del planeta, una predicción exacta para cada
momento.
Imagina un solo partido político al
cual seguir, el mismo discurso en cada rincón del planeta, el mismo cuento en
cada país, las mismas acciones en cada lugar, el mismo presidente, los mismos
seguidores, los mismos acuerdos y los mismos resultados; viajar y ver todo como
en casa, el mismo suelo, las mismas personas, la misma programación y el mismo periódico,
escuchar un solo idioma, la misma expresión en todos lados.
Imagina una forma de pensar
igual, que no tengamos necesidad de explicar lo que sentimos ya que el otro lo
entiende a la perfección, que las palabras estén de mas ya que el sentimiento
es colectivo, las mismas ideologías, las mismas interpretaciones, las mismas
conclusiones; nada nuevo, nada diferente, todo igual, ningún cambio, una misma
persona en cada esquina, un mismo cerebro, neuronas repetidas y cabellera
igualita.
Un mismo momento para tener sexo,
un mismo lugar para el goce, un mismo lugar para la tristeza, una edad
predeterminada para morir, una misma enfermedad, un mismo diagnostico, los
mismos síntomas, las mismas curas, el mismo modo de contagio, un mismo
problema, una misma solución, todo calculado, todo sistematizado, un mismo
camino de vida a seguir, una misma meta a la cual llegar.
Imagina un mundo igual para
todos, donde todos seamos iguales, y no se acepte lo diferente, que las
opiniones sean iguales, y no haya ningún desacuerdo, que todo sea montañas, y
no existan playas, que haya solo un modelo a seguir, una misma filosofía que
razonar y un mismo Dios al cual creer, que los días sean iguales desde que
naces hasta que mueres, y no tengas nada por lo cual luchar.
Ese no es el mundo en el cual
quiero vivir.