martes, 17 de julio de 2012

Un Mundo Igual


Imagina un mundo en el cual todo fuese del mismo color, las casas exactamente iguales, los paisajes repetidos en cada esquina, los mismos ojos, la misma boca, el mismo cuerpo, la franela de color azul en cada hombre, y la falda rosa en cada mujer; el mismo camino hacia el trabajo para cada persona, el nombre igual para todos, exactamente la misma melodía en el hablar para cada sujeto, y un solo tema de conversación.


Imagina un mundo con un solo tipo de familia, una misma creencia para una población mundial, la misma oración saliendo de cada boca a la misma hora, un solo tipo de comida para el desayuno, otro para el almuerzo y otro para la cena, pero el mismo cada día. Una sonrisa idéntica en cada cara, un solo gesto para una emoción, un llanto global por la misma tragedia y una celebración universal por el mismo triunfo.

Un solo prototipo de pareja repitiéndose cada día, en todas las calles, en todos los rincones, el mismo beso repetido en cada esquina, el mismo tipo de amor en las revistas, películas, música e historias; un mismo comienzo y un mismo final, la misma historia feliz sin ningún obstáculo, ningún cambio, ningún imprevisto; una planificación que se cumple al pie de la letra en cada vida del planeta, una predicción exacta para cada momento.


Imagina un solo partido político al cual seguir, el mismo discurso en cada rincón del planeta, el mismo cuento en cada país, las mismas acciones en cada lugar, el mismo presidente, los mismos seguidores, los mismos acuerdos y los mismos resultados; viajar y ver todo como en casa, el mismo suelo, las mismas personas, la misma programación y el mismo periódico, escuchar un solo idioma, la misma expresión en todos lados.

Imagina una forma de pensar igual, que no tengamos necesidad de explicar lo que sentimos ya que el otro lo entiende a la perfección, que las palabras estén de mas ya que el sentimiento es colectivo, las mismas ideologías, las mismas interpretaciones, las mismas conclusiones; nada nuevo, nada diferente, todo igual, ningún cambio, una misma persona en cada esquina, un mismo cerebro, neuronas repetidas y cabellera igualita.


Un mismo momento para tener sexo, un mismo lugar para el goce, un mismo lugar para la tristeza, una edad predeterminada para morir, una misma enfermedad, un mismo diagnostico, los mismos síntomas, las mismas curas, el mismo modo de contagio, un mismo problema, una misma solución, todo calculado, todo sistematizado, un mismo camino de vida a seguir, una misma meta a la cual llegar.

Imagina un mundo igual para todos, donde todos seamos iguales, y no se acepte lo diferente, que las opiniones sean iguales, y no haya ningún desacuerdo, que todo sea montañas, y no existan playas, que haya solo un modelo a seguir, una misma filosofía que razonar y un mismo Dios al cual creer, que los días sean iguales desde que naces hasta que mueres, y no tengas nada por lo cual luchar.

Ese no es el mundo en el cual quiero vivir.


El Hoy y el Mañana


Es muy difícil saber cuando las cosas van a ocurrir, que nos depara el mañana. Si bien es cierto, podemos tener una planificación y tratar de cumplirla a la perfección, pero el universo es tan dinámico que muy pocas veces los sucesos van de acuerdo a los planes que tenemos, eso si, no hay que contradecir una frase que dice “lo mejor es lo que pasa”.


Muchas veces dejamos de vivir momentos únicos por miedo al que sucederá mañana; tememos el entregarnos a alguien o en trabajar por un sueño ya que creemos que todo acabara muy rápido, y para evitar salir heridos, nos quedamos sentados y contemplamos como el aire se lleva esos anhelos que están dentro de nuestra mente y corazón.

Debemos arriesgarnos a vivir todo, como si hoy fuese nuestro ultimo día, ya que riamos o lloremos mañana, esa experiencia es enriquecedora para nuestro crecimiento tanto terrenal como espiritual; pienso que es mejor decir “hubo una época de mi vida en la que fui el hombre más feliz del mundo” a otra que diga “viví una vida sin felicidad y tristeza”.


Además, cuando realmente deseamos algo, el destino se encargara de trazar el camino para hacer nuestros sueños realidad, quizás no sea un camino con piso de mármol y rosas en los alrededores como nos imaginamos, es probable que sea un puente que esta por caerse con leones hambrientos en el fondo, pero lo cierto es, que al final, se encuentra nuestro sueño, hecho realidad.

Sentir miedo es una buena señal, es importante tener eso presente, debemos interpretar el miedo como una premonición, de que algo grande va a ocurrir en nuestras vidas y debemos estar preparados para abrazar ese cambio. Miedo se genera cuando hay ansiedad, y esta no es más que una respuesta emocional a situaciones poco adaptativas; ampliemos nuestra mente, el mundo no es cuadrado, es una gamma de formas y colores que si las observamos bien, a pesar de complejas, son hermosas.


El momento en el cual dejemos a un lado las inseguridades a un lado, comprendamos que el miedo es un indicativo de que debemos adaptarnos a una situación diferente y confiemos un poco más en nuestro amigo el universo, justo ahí, empezaremos a disfrutar cada situación que se nos presenta en la vida, sea positiva o negativa, nos dejara una gran enseñanza la cual nos permitirá alcanzar más luz y evolucionar.

En vez de preguntar por el mañana, preguntemos por el ahora, trabajemos duramente en el hoy, pintemos una sonrisa en la cara y disfrutemos de todos esos momentos que la vida nos está regalando, seamos optimistas y positivos, creamos firmemente en nuestros sueños y a pesar de que parezca que jamás los lograremos, no perdamos la fe en el universo y en nosotros mismos.