¿Por qué las
cosas se nos hacen difícil a nosotros? Es una pregunta que nos solemos hacer
con bastante frecuencia; observamos como a la gente a nuestro alrededor
pareciera que la suerte les sonríe mientras que el universo coloca un sinfín de
obstáculos para que podamos lograr alguna meta planteada; estos eventos generan
un conjunto de sentimientos negativos como frustración, ira, envidia y tristeza
que nos pueden enfermar no solo a nivel físico, sino también espiritual.
Por más que
batallamos, utilizamos todas las herramientas que tenemos a la mano, nos la
ingeniamos para conseguir una oportunidad y poder lograr nuestro objetivo, nos
conseguimos varias espinas que impiden llegar al final del camino, y cuando
decidimos tomar un atajo o ir por otra dirección, vemos que un mar de pirañas bloquea
la ruta.
Aquí es
cuando comienza la melancolía y los lamentos, de nuestra boca salen palabras
que tornan nuestra aura oscura, alejando toda la luz que nos rodea; esto trae
como consecuencia caer en un hueco del cual cuesta salir, y nuestros únicos
acompañantes son esos fantasmas que nos recuerdan todos los sueños no logrados
y se asustan mostrando un futuro gris y mediocre.
En esos
momentos tan difíciles, debemos recordar que el universo confabula para que
cumplamos nuestra misión de vida, y quizás esa meta que tanto añoramos no sea
lo más conveniente para nuestra evolución terrenal y espiritual; debemos abrir
un poco nuestra mente y tratar de cambiar los paradigmas existentes, entender
que la vida es bella y en nuestro alrededor hay millones de cosas por hacer que
pueden hacernos felices y llenar ese vacío que tenemos dentro.
Hay un dicho
que va de la mano con lo anteriormente planteado “si la vida te da limones, has
limonada”, debemos aprovechar lo que tenemos a la mano para seguir adelante, y
replantearnos nuestros objetivos, lo importante es que se mantenga la esencia
de la meta, si lo que deseamos es para nosotros, llegara en el momento
adecuado, si no, es porque hay algo más grande y maravilloso esperando por nosotros.
No podemos
ser tan cerrados con una idea, existen los sinónimos, tal cual como las
palabras, se escriben diferente pero encierran el mismo significado, podemos
preguntarnos “¿porque queremos cumplir esta meta?” “¿Qué ganamos con esto?” y
una vez, al tener las respuestas, evaluar si hay otra forma de llenar estas
expectativas.
También
debemos entender que el tiempo es perfecto, y cuando llega algo, es porque era
en ese momento que lo necesitábamos; por lo tanto, si no conseguimos algo
cuando lo queremos, debemos tener paciencia, ya que quizás se deba a que no es
el tiempo indicado.
Así que, en
vez de llorar y lamentar lo cruel que es la vida con nosotros, levantémonos,
con la frente bien en alto, y salgamos a buscar la forma de cambiar el panorama
de las cosas a nuestro favor, para ser felices.