Encontrarnos a nosotros mismos,
el lugar al que pertenecemos, las actividades que nos hacen felices, se supone
que ese es el objetivo de esta vida; pero muchas veces nos sentimos perdidos,
sin dirección, sin saber hacia dónde queremos ir, o con muchos miedos que nos
impiden definir el norte con el que soñamos.
Por lo general, nos dejamos guiar
por los pasos a seguir que ha definido la sociedad para ser felices, y eso lo
que conlleva es que al pasar de los años, nos sintamos totalmente frustrados,
que dejamos correr la vida sin lograr nada de lo que queríamos, y sumamente
tristes; lamentablemente solemos dejar a un lado nuestros sueños simplemente
por hacer lo que se supone que está bien para los demás.
Otras veces, queremos realizar
tantas cosas y a la final no concretamos absolutamente nada, por miedo a probar
algo nuevo, falta de apoyo de quienes nos rodean, o simplemente por no ser
constantes; nos sentimos inútiles por no lograr nada en la vida, y perdemos
todas las esperanzas y sueños que nos motivan a seguir adelante.
En el primero de los casos, por
seguir el manual para la felicidad establecido por la sociedad, olvidamos
quienes somos nosotros, nuestros deseos, y nos convertimos en un robot mas,
trabajando para un supuesto bien colectivo; esto es totalmente falso, ya que
por esta razón es que hay tanta gente deprimida alrededor del mundo, que cae en
vicios fuertes que pueden llevar hasta el suicido; jamás vamos a ser felices si
vivimos la vida de los demás, perdiendo nuestra esencia.
El segundo, tenemos tantos sueños
que no sabemos cual tomar, y la falta de apoyo, y el falso desencanto de no
cosechar éxitos como lo hacen los demás hacen que dejemos de ser felices y no
tengamos ningún ánimo en encontrar nuestro camino. Debemos entender que los
supuestos logros que tengan los demás, básicos como el de tener una profesión universitaria,
una casa, un auto, establecer una familia, quizás no son nuestros deseos, por más
que sea la imagen que nos inculcan desde pequeños.
Les dejo un ejemplo, Van Gogh no
hubiese dejado a la humanidad sus obras de haber seguido por el camino
establecido, y sin embargo, tal fue la presión de la sociedad ante un alma tan
sensible y diferente, que termino perdido. Ejemplos como este, tenemos muchos, desde
Nietzsche hasta la misma Diana de Gales.
En momentos en los cuales me
siento sin rumbo, me gusta observar la carta del tarot “El Loco”, algunos lo definen como el
arcano 0, otros el 22 (el primero o el ultimo), esto lo interpreto de la
siguiente manera: el primero, es un hombre lleno de ideales, que comienza esa
larga búsqueda de su persona; mientras que cuando es el ultimo, es que luego de
todas esas enseñanzas obtenidas en la vida, y descubrirse a sí mismo, decide
aventurarse, dejar todo para perseguir sus sueños y ser feliz.
Rider Waite lo dibuja como un
hombre joven, vestido de una forma poco común, que lo diferencia a los demás, sosteniendo
de una mano un bastón con una mochila muy pequeña, debido a que todo lo que
necesita en el camino que emprenderá lo ira obteniendo en el trayecto (haciéndonos
entender que lo único que se necesita para empezar algo, es el entusiasmo), en
la otra mano, una flor, que representa el amor por la vida, la naturaleza, y
que el mundo está ahí lleno de hermosos paisajes y experiencias para
maravillarnos.
Lo acompaña un perro, feliz,
sonriendo junto al joven, lo que indica que nunca estaremos solos en el camino,
siempre nos toparemos con alguien dispuesto a ayudarnos, darnos esa mano amiga
que necesitamos cuando la necesitemos, tal cual un perro fiel esta con su amo
siempre y nunca lo deja caer.
En el paisaje vemos un gran sol,
iluminando todo el camino, para que no tengamos miedo de la oscuridad, vemos
montañas alrededor representando las dificultades que se pueden presentar, pero
ninguna imposible de escalar, para iniciar esa gran aventura de conocernos a
nosotros mismos y encontrar el lugar al que pertenecemos.
Debemos aprender de el loco ese
amor por la vida, lo poco convencional que es, siendo el mismo en un mundo
lleno de copias, sin importar el que dirán; ese coraje que tiene para dejar
todo y aventurarse, para encontrar su felicidad y crecer; ese corazón noble que
lo vuelve esa persona tan particular, destinada a ser feliz.